Estamos a una semana de celebrar la Navidad. La costumbre de intercambiar regalos junto con la
influencia del consumismo, nos puede hacer perder el auténtico sentido de lo
que estamos celebrando: el cumpleaños de Jesús, Nuestro Redentor.
En redes sociales circula un anuncio de una empresa
que nos llama a la reflexión a los adultos, particularmente a los que somos
padres de familia: ¿Por qué nos empeñamos en regalar a los niños cosas
materiales, que en realidad no es lo que más quieren, ni lo que necesitan?
Podemos hacer una enorme lista de todos los
juguetes que los niños escriben, para esta época, en sus cartas al Niño Dios, a
San Nicolás, a Santa Claus o a los Reyes Magos, según las diversas costumbres.
Pero, ¿Sabe usted, qué pedirían a sus
padres si pudieran hacerlo en una carta? Pues, este precisamente fue el
experimento-anuncio que hizo la empresa IKEA, que nos deja una hermosa
enseñanza.
El experimento consistió en lo siguiente: varios
niños escriben su carta a los Reyes Magos, esto es así porque se hizo en España,
donde la costumbre es que los regalos los traen los Reyes Magos. Con mucha
ilusión escriben en el papel, con la mejor letra que les es posible, los
juguetes que quieren para Navidad este año. Pero, una vez que terminaron de
escribir la carta, se les pide que escriban otra, pero ésta segunda carta está dirigida
a sus padres. Los niños vuelven a tomar el lápiz y escriben a sus padres, de
corazón lo que más necesitan y piden lo
que solo éstos les pueden dar, esto es: que estén más tiempo conmigo; que me
ayuden a hacer más experimentos en casa; que me hagan un poco más de caso; que
coman más conmigo y mis hermanos; que me hagan cosquillas; que me lean un
cuento; que pasemos todo un día juntos, que jueguen más conmigo.
En síntesis amigo lector: los niños piden a sus
padres más tiempo, más atención, más presencia. Y cuando se les pregunta cuál
de las dos cartas escogen para echar al buzón, primero dudan, uno de ellos graciosamente
dice: “Uy es una pregunta muy difícil”, pero luego uno a uno van contestando: “la
de mis padres”. Si, los niños prefieren
a sus padres, antes que cualquier otro juguete.
Consultados los padres, que si les sorprendía que sus
hijos les pidieran esto para Navidad, responden que la verdad es que no les
sorprende, muchos reconocen que sus hijos tienen demasiados juguetes, algunos manifiestan
que tratan de sustituir y llenar el vacío –que el poco tiempo que pasan con sus
hijos deja—, con juguetes y otras cosas materiales.
Muchos nos preocupamos por dar a nuestros
hijos todo lo materialmente “mejor”,
cuando en realidad lo mejor para nuestros hijos somos nosotros mismos. ¿Por qué
no les damos más paciencia y hacemos el propósito de no gritarles ni agredirlos
de ninguna forma? ¿Por qué no les
decimos más, que estamos ahí para ayudarles, tanto en los buenos tiempos como
en los malos momentos? ¿Por qué no los escuchamos más y les damos mayor
confianza? ¿Qué tal si hacemos el firme propósito de pasar más tiempo con
nuestros hijos? ¿Por qué no les sonreímos más a nuestros hijos? ¿Cuántas veces
hacemos el ejercicio de ponernos en el lugar de nuestros hijos? Cuando se
equivocan: ¿Somos comprensivos y los perdonamos, o le damos mayor importancia a
esas equivocaciones que la que realmente tienen?
Querido amigo
lector: que en ésta Navidad cada uno haga el firme propósito de dar a su
familia lo mejor de nosotros mismos. ¡Ese regalo es el que más necesitan! El
próximo 25 de diciembre celebraremos el nacimiento del Hijo de Dios. Si Dios
nos entregó a su Hijo para salvar a la humanidad: ¿qué no debemos hacer
nosotros por los demás, especialmente por nuestra familia?
Columna Al pan... pan, publicada en Diario Extra el 18 de diciembre del 2014
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